LOS REYES DE LA VALENTÍA
Hace mucho, mucho tiempo, en un reino muy lejano
llamado Lunopolis había una pequeña
princesa llamada Luna, ella era la niña más bonita de todo el reino, era blanca
como la nieve, tenía los ojos del color del mar y su cabello era largo y de
color fuego. A ella le gustaban mucho los vestidos y las coronas de su mamá. La
reina era una mujer joven y decían que luna y su madre eran iguales, la hermosa
reina se llamaba Elisabeth y el rey se llamaba Edward, eran la familia más feliz.
Vivían en un gran castillo con puertas plateadas y gigantes y por todas partes caballeros
que cuidaban de la familia real. El castillo quedaba en las montañas más altas,
atravesando el gran rio en donde vivían
los peces más feroces y en donde para pasar se necesitaba ser de alma valiente,
solo de esta manera bajarían las hadas encargadas del puente para darles paso a
los caballeros o cualquier persona que quisiera pasar.
Un día Luna salió a jugar con sus muñecas y se
alejó del castillo llegando al gran río, se asustó muchísimo, pues ya había escuchado
muchas historias de caballeros ahogados por su falta de valentía, pensó volver
al castillo de inmediato, pero quería ver a las lindas hadas de las que tanto
había escuchado, como Luna era tan valiente dijo en ese momento –Soy la
princesa Luna- bajaron tres hadas de colores y escarchadas, ellas quedaron
admiradas con la belleza de la princesa, jamás habían visto a una niña tan
bonita.
La primer hada se acercó a los ojos de la
princesa, la segunda a su corazón y la tercera a sus piernas y de pronto hablo la
primera –En sus ojos no hay temor alguno- dijo la segunda –su corazón tiene los
latidos más suaves que había escuchado- y la tercera dijo –esta niña es tan
valiente que ni un solo bello de sus piernas se ha erizado, en ese momento las
hadas bajaron el puente y le dieron paso a la princesa admiradas de una
valentía jamás vista. Después de lo ocurrido la princesa Luna jugaba todos los
días en una pradera llena de flores que quedaba pasando el gran río. Un triste
día la princesa Luna tuvo que ver a un caballero ahogarse, pues las hadas
vieron miedo en sus ojos, escucharon su corazón latiendo tan fuerte que casi se
salía y los bellos de todo su cuerpo se erizaron.
La princesa con gran tristeza fue al castillo a
contarle a sus padres lo que había pasado y le dijo al rey que quería que todos
los hombres tuvieran su valentía y así pudieran pasar el gran río, el gran rey
respondió –hija querida lamento decirte que esto será difícil- y la princesa
sin entender dijo –como que imposible padre, si yo he de hacerlo ¿por qué los
demás no?- y el rey de inmediato le prohibió a Luna volver al gran rio hasta
que cumpliera los 18 años. Le reina triste por la noticia le regalo a luna unos
peces que estaban encerrados en una bola de vidrio, esto para que recordara el
gran río.
Pasaron los años y rápidamente Luna cumplió sus
18, ese mismo día sabía lo que iba a hacer, iba buscar personas miedosas y las
convertiría en personas valientes. Al inicio de su viaje se encontró a un joven
y ella le dijo –dime rápido si has pasado el gran río- el joven le respondió
–no princesa, ese río solo lo pasan los valientes- En ese momento ella se dio
cuenta que ya había encontrado a su primer miedoso, le dijo -¿cómo es tu
nombre? Y el joven respondió –mi nombre es Martín- y la princesa le dijo ya es
hora de ser valientes; ella le enseño muchas cosas a Martín cosas que había aprendido en el reino empezando
por leer y escribir, le enseño a bailar y Martín se empezó a sentir seguro de
el mismo.
El trabajo de la princesa con Martín duro casi
un año y en ese año Martín aprendió todo lo que la princesa sabia, ella lo enseño
a ser fuerte y a confiar en su alma valiente; Martín tenía el sueño de construir
una casa pasando el gran río y quería tener toda clase de animales como
vacas, cerditos, caballitos, pollos, gallinas y más animales para que le
hicieran compañía, él nunca pensó cumplir ese sueño porque no era ni un tris
valiente, se asustaba con el más mínimo ruido de una mosca , pero con la ayuda
de la princesa Luna estaba seguro de poder cumplir su gran sueño, Un día la
princesa le dijo a Martín que si ya estaba preparado y él le respondió con
alegría –claro princesa ahora soy el hombre más valiente del reino- y los dos
se fueron caminando hacia el gran río.
Cuando llegaron al gran río salieron las 3
hadas, la primera La primer hada se acercó a los ojos de Martín, la segunda a
su corazón y la tercera a sus piernas y de pronto hablo la primer hada –En sus
ojos no hay temor alguno- dijo la segunda –en su corazón hay paz- y la tercera
dijo –este muchacho es un valiente, ninguno de sus bellos se ha erizado. En ese
momento bajo el puente y Martín pudo pasar a la pradera, era un lugar lleno de
flores con mariposas volando por todas partes, se escuchaban los pajaritos cantando
en todo el lugar y Martín empezó a construir su casa y sus sueños.
YARITZA PAOLA CARVAJAL PEDRAZA
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